Por decisión propia y la mas irreversible de todas en su corta vida, hoy todo culminó en una solemne y triste ceremonia celebrada casi por protocolo. El fin de su vida no tuvo mas testigos que Diós y él mismo. Se suicidó el domingo 21 y hoy es el veintiseis de Septiembre. Tenía apenas veintidós años y dejó atrás a su joven esposa y dos hijas, una de poco mas de tres años y una bebita de unos cuantos meses.
Fuí con dos amigos casi sin estar muy seguro del porqué iba si casi ni lo conocía. Pero una vez ahí, y viendo el dolor inmenso que su muerte propició, me di cuenta que estaba en el lugar debido porque a su escasa familia le hacía falta una pequeña muestra de apoyo, sin importar de quién o porqué.
La última vez que yo lo vi él estaba sentado en la barra del bar tomando cerveza, estuvo allí por horas hasta emborracharse. Y aunque se me figuraba un personaje un tanto raro, jamás imaginé que estuviera tan desesperado, tan dolido, tan al borde de la muerte. Su tía que leía anécdotas y recuerdos de los diferentes familiares, no lograba contener ni el dolor ni su llanto. Hablaba de su infancia, de su esposa -su mejor amistad-, de su madre y su tío.
Yo reflexionaba y veia las velas ardiendo al pie de la cruz de madera oscura. Y veía una y otra vez su fotografía y un poema escrito por el. Y me acordé de como hace años cuando murió Vicente era el mismo dolor, sólo que a Vicente lo consideraba mi amigo y compartímos ratos y sonrisas y música y aun tenía el recuerdo de él y de su mano en la mia. Y en honor a Vicente y este muchacho que apenas si conocí les mandé mi breve y sincera oración callada.
Sin querer decir adiós
8 years ago
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